viernes, 28 de diciembre de 2012

Cruce de vientos

He vuelto a escribir en calzoncillos y con un pie al aire, necesito sentir la corriente. Nos conocimos en una fiesta, la noche del treinta de diciembre. Hay gente acostumbrada a buscar con la mirada y a sonreir, son las que más daño hacen. Nada más entrar en el piso me fijé en ella, a la manera habitual, sin fijarme en ella. A las doce de la noche, subimos todos a la azotea, a comer las uvas. Era una noche fria y luminosa. Una señora en bata salió de una ventana para recriminarnos el jaleo. Volvimos al piso. Habia dos fiestas: la de los compañeros de master de Harvis, todos de treinta para bastante arriba. La de las amigas de la novia de Harvis, médico. Las chicas estaban exultantes, en su primer o segundo año de residencia de hospital, cobrando pasta, llenas de vida, ganas de viajar y conocer. Vivir puede resultar emocionante cuando se convierte en una actividad básica. Al poco rato, estabamos hablando. Ella no paraba de sonreir y gesticular y era muy graciosa. "Vivo en Lavapiés. Mi abuela tenia una lecheria alli, en la calle Olmo. Nos vamos a la sala Sol, te vienes, ¿no?.. vecinito.." Era mi último día de trabajo, estaba algo cansado. Era claro que tenía que seguir la pista. Me tocó compartir taxi con los novios de otras doctoras que no paraban de atronar con la refundación de una nueva izquierda.
-Cuando eso, me avisais..
-Mira éste, va de ácrata.
Tuvieron el mal gusto de abrir una botella de sidra el gaiteiro y estaba caliente.
Al llegar a la sala Sol, habia cola en la entrada y ellas ya no estaban alli.

Antes del amanecer, le envié un sms. "Eres un sol. Nos vemos por el barrio..." A principios del siglo XIX, una pandilla de iluminados, entre ellos Ricardo Baroja, se juntaban en los soportales de la plaza Mayor al modo de tertulia. Eran seguidores de un dios muy especial, el Dios Sol. Estaban fascinados por esa fuente imposible de energía, su orígen y posible significado. Caminando por las cuestas que desembocan en la plaza de Lavapiés, sin embargo, me venía a la mente el episodio de Ulyses y Circe, hija del Sol, una especie de maga cruel, hipócrita. Habia convertido en cerdos a los compañeros de navegación de Ulyses, quien, superada la prueba, se enamoró de ella y abandonó todas sus cosas durante un año.

La copa de garrafón cianuro de la sala Sol, me tuvo postrado durante cuatro noches, casi inmovilizado. Pero ya la primera mañana, mientras escuchaba en la bañera versiones de villancicos interpretados por Bob Dylan, recibí un mensaje de ella. "Vecinito, pásalo bien. Disfruta de estos días. Ya nos veremos. Pareces divertido". A partir de entonces, y a pesar de que hacia sólo unas horas se habia enrollado públicamente con un ansioso izquierdoso, ya estaba pensando en ella y en sus ricitos. "Sí, vecinita. Sé que lo de ayer era sólo una prueba. El ansioso, a estas horas, se habrá convertido en gorrino...Esto no ha hecho más que empezar"

(continuará)

1 comentario:

kobabumga dijo...

jejjejeje....estoy deseando leer el continuar ;D