domingo, 16 de noviembre de 2014

B.B. sí sabe lo que quiere


Betina Berlín sí (no) sabe lo que quiere, eso me han dicho. Sms 1 -"Tengo entradas para el Barca-Madrid el 14/12. T apetece?" Ha contestado muy afirmativo. El viernes, al ser noche de zombis, no pudimos quedar. Cuando salen los dead-rising del audiovisual, me quedo en casa. Ayer era recupering.day nacional. Sms 2-. "Cañas y futbol en el Bar Palentino. Calle del Pez". Habia salido la noche de los zombis, "hoy no estoy muy simpática, tengo dolor de cabeza".

-¿Y como es que tienes entradas? Es un gran regalo, el mejor partido del mundo, el mejor regalo para mi..
-Contactos. Cosas. Un amigo de Barcelona es detective privado. Ha estado haciendo algunos trabajos para el club. Los chicos ganan mucho dinero y a veces van de visita a la parte alta de la ciudad, donde estan los otros clubs, ya sabes. Hot pants, Picardías Stars y eso.
-Pero el partido...¿es en Barcelona?
-No lo sabías..sí. Alli. Es una ciudad muy bonita. Con mar..
-¿En que cae?
-A ver..en domingo.

El problema de los domingos es que arrastran al sábado y al viernes de la mano. En el televisor, con el bar plagado de popis de segunda generación de aspecto beautiful.abatido y reconcentrado a base de extractos artificiales, el Santander le ganaba al Valencia bajo la lluvia. Setenta euros en las apuestas. Era llegada la hora de partir.
En la calle, Rey Misterio vende unas maus colgantes a euro. Todavía caminamos un trecho.
-Este año he hecho un propósito nuevo, decir sí. Es que era una militante del no, no, no. Me he dado cuenta de que si dices sí, te suceden más cosas...
Sms 3 - "Nen, necesito 2 entradas para el Barca-Madrid del 14/12. Un asunto berlinés. Ya te llamo".

Otro cuento de navidá.

La chica parecía un chico, el chico parecía un niño adolescente. Se habían prestado un arrumaco en la cola del supermercado, porque era cinco de enero y los dos trabajaban en la tele y la gente los miraba. En general, se sentían observados. No en este supermercado, en concreto, pues, al igual que en Vietnam, los que habían podido, se habían mudado a otros barrios con más glam. Aquí crecía más bien el under-glam, y aunque Urinario-man había pensado que se podría ganar la vida como manager de personajes de barrio para la telebasura, los propios personajes, conscientes de sus posibilidades, se habían sentido famosos de antemano, dilapidando su futuro anterior en tascas y cafetines. Y como los bares tipo paco, manolo o ramón los habían ido comprando los bangla a golpe de bolsa de basura (llena de billetes nuevos, eso sí), los auténticos personajes de barrio hibernaban en el sofá de casa frente al televisor, una media de diez horas diarias, con la esperanza de que alguien llamara a la puerta (las llamadas al teléfono fijo eran escasas o inexistentes). La pareja que estaba a punto de pagar su transacción se sentía feliz, se buscaban las manos en la cola del super, y él se ofreció para caminar hasta la entrada, y echar un vistazo al mapa con las marcas de la zona de reparto. El chico era guionista, porque consideraba que se ligaba más y el facebook se te llenaba antes de caras guapas y risueñas. Era como completar la colección de cromos de futbol, sólo que aquí las estrellas eran infinitas tendentes a infinito. Una cara guapa conectada a otra cara que conoce a otra cara…Y asi, en fin, hasta el día del estallido final, en el que un pedo galáctico y ultrasónico destruyera el llamado espacio de la conectividad y redujera la nada absoluta a un trozo de algo. Ella, una cara recién lavada, especie de ser andrógino, guapo, eso sí, mezcla del primer David Bowie y una Linda Evangelista veinteañera, iba a dejarle a él. Con pena, porque él la había introducido en el mundillo, con sus contactos, y le había escrito muchas de las mejores frases que ella, guapo, excesivamente fascinante, nunca tendría necesidad de inventar. El lo sabía, porque era guionista, malo, pero su nombre aparecía en los títulos de crédito. Y como los dos se movían en el terreno de lo previsible y lo anodino, las sorpresas estaban calculadas. Entonces él, para sentirse superior, le había comprado un roscón de reyes, y en lugar de la figurita escondida, había introducido un soldado con una pancarta enroscada en la bayoneta: la felicidad es un revólver ardiente. Que la había copiado de los Beatles, vale, pero para algo era guionista, malo, pero copiando era muy bueno. Todo para que ella, al morder la pieza, se sorprendiera, porque él amaba su cara de falsa alegría, porque pensaba que cualquier manifestación de un sentimiento de ella, le pertenecía en exclusiva, por el simple hecho de que hacían la compra juntos, se buscaban las manos o la cintura mientras esperaban su turno o él, de una manera espontánea y premeditada a la vez, cruzaba el vestíbulo hasta el mapa con las zonas de reparto marcadas. Y aun tuvo la osadía de interesarse en el nombre de las calles, llevándose el índice a la montura de las gafas, sí, de pasta negra. Mientras ella, sóla, con su mejor sonrisa preparada, le comentó a la cajera:
-Es muy importante que la compra la traigan esta tarde. Porque hay congelados…
Y mañana ya iba a ser un poco tarde.

Blanco

Siete años para pintar una pared. Para que digan que el arte no lleva su tiempo.

viernes, 15 de febrero de 2013

Berlín, tu si que sabes

Me marcho a Berlín, me repito. Quiero ser un callejero en el mundo. Ciudad nevada sobre su propia historia. Cerveceria Kebab 24 horas, 7 días a la semana. Desde la habitación del Generator Hostal en la planta 7, el velódromo de la antigua RDA convertido en piedra y hierba. Cambio el medio pollo compungido por la alegre Curry-Wurst ambulante. Desde la torre de la televisión, contemplas mil ciudades alrededor de 360 grados. Siempre la birra en la mano, te venden el botellín hasta en los andenes del U-bahn. Alemania es melancolía y cerveza. Las bicicletas, una forma de luchar contra Cronos. Pisos baratos, no hay trabajo. Reuniones de modernos en los escaparates, en Kreuzberg. Un bar lleno de enanitos y abueletes de todas las guerras, con jukebox. Abierto24 horas, desde hace más de cincuenta años. El Weekend, club a orillas del río, no te dejan pasar sin chica, "hay un 70% de tíos aqui dentro". La pasión científica por contar sexos, los alemanes. Bicicletas y contadores de kilómetros.
(continuará)

viernes, 28 de diciembre de 2012

Cruce de vientos

He vuelto a escribir en calzoncillos y con un pie al aire, necesito sentir la corriente. Nos conocimos en una fiesta, la noche del treinta de diciembre. Hay gente acostumbrada a buscar con la mirada y a sonreir, son las que más daño hacen. Nada más entrar en el piso me fijé en ella, a la manera habitual, sin fijarme en ella. A las doce de la noche, subimos todos a la azotea, a comer las uvas. Era una noche fria y luminosa. Una señora en bata salió de una ventana para recriminarnos el jaleo. Volvimos al piso. Habia dos fiestas: la de los compañeros de master de Harvis, todos de treinta para bastante arriba. La de las amigas de la novia de Harvis, médico. Las chicas estaban exultantes, en su primer o segundo año de residencia de hospital, cobrando pasta, llenas de vida, ganas de viajar y conocer. Vivir puede resultar emocionante cuando se convierte en una actividad básica. Al poco rato, estabamos hablando. Ella no paraba de sonreir y gesticular y era muy graciosa. "Vivo en Lavapiés. Mi abuela tenia una lecheria alli, en la calle Olmo. Nos vamos a la sala Sol, te vienes, ¿no?.. vecinito.." Era mi último día de trabajo, estaba algo cansado. Era claro que tenía que seguir la pista. Me tocó compartir taxi con los novios de otras doctoras que no paraban de atronar con la refundación de una nueva izquierda.
-Cuando eso, me avisais..
-Mira éste, va de ácrata.
Tuvieron el mal gusto de abrir una botella de sidra el gaiteiro y estaba caliente.
Al llegar a la sala Sol, habia cola en la entrada y ellas ya no estaban alli.

Antes del amanecer, le envié un sms. "Eres un sol. Nos vemos por el barrio..." A principios del siglo XIX, una pandilla de iluminados, entre ellos Ricardo Baroja, se juntaban en los soportales de la plaza Mayor al modo de tertulia. Eran seguidores de un dios muy especial, el Dios Sol. Estaban fascinados por esa fuente imposible de energía, su orígen y posible significado. Caminando por las cuestas que desembocan en la plaza de Lavapiés, sin embargo, me venía a la mente el episodio de Ulyses y Circe, hija del Sol, una especie de maga cruel, hipócrita. Habia convertido en cerdos a los compañeros de navegación de Ulyses, quien, superada la prueba, se enamoró de ella y abandonó todas sus cosas durante un año.

La copa de garrafón cianuro de la sala Sol, me tuvo postrado durante cuatro noches, casi inmovilizado. Pero ya la primera mañana, mientras escuchaba en la bañera versiones de villancicos interpretados por Bob Dylan, recibí un mensaje de ella. "Vecinito, pásalo bien. Disfruta de estos días. Ya nos veremos. Pareces divertido". A partir de entonces, y a pesar de que hacia sólo unas horas se habia enrollado públicamente con un ansioso izquierdoso, ya estaba pensando en ella y en sus ricitos. "Sí, vecinita. Sé que lo de ayer era sólo una prueba. El ansioso, a estas horas, se habrá convertido en gorrino...Esto no ha hecho más que empezar"

(continuará)

lunes, 3 de diciembre de 2012

Misma, tu, misma

Nos conocimos.
Nos gustamos.
Nos dijimos hola.
Nos dijimos adiós.

La soledad sonora

De la soledad sonora, nace un alter ego. "Alter tú, serás...!". Alguien que se conforma con ser de ficción. Salgo del urinario, un lugar apacible, al mundanal ruido. La soledad no se conforma. Busco la máxima expresión de la soledad, y decido, por eso, huir del bullicio de la Plaza de los Carros. Ha tenido lugar un espectáculo de danza.en.la.calle. No he entendido nada, me sucede a menudo. Seis bailarinas y un bailarín calvo se abrazan sobre fondo de arpegios.

Aproximación post.danza a una de las bailarinas.-

Primero, dudo si acercarme a ella.
Luego, dudo si largarme.


Me muevo dos pasos a mi derecha.
"¿Estarás desenfocado? Va a ser eso.."


Te sientes fuera de plano.

No, mira, mejor regresa donde estabas.
Haces una marca con una tiza en el suelo.
Aqui estas, y aqui estarás.



Ella continúa de espaldas, a un par de metros.
Conversa animadamente con un par de seres rubios,
una pareja de rastas.
Al momento, le ofrecen de beber: un litro de mau.
Vaya escena más bíblica.

Ella acepta, de buen rollo.

Yo, es decir, él -Urinario.Man- no me (se) muevo (mueve).
La chica rasta rubia no para de hablar.



Ella, la bailarina, se gira, ciento ochenta grados, busca a alguien,
me ve, nos saludamos, pero sigue girando, hasta completar
la vuelta, como hacen las bailarinas contemporáneas.



"Debe tener los tobillos hechos polvo".
¿O será hecho polvos?
Ya no puedes irte de la marca.
Ahora que te ha visto, estas más solo, si cabe.

¿No era eso lo que andabas buscando?







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